La secesión catalana, ilegal e ilegítima
Santiago Delgado
Si
se alcanzara en Cataluña el 80% de votos independentistas, nada podría pararlos.
Pero sucede que son, tan sólo, una gran minoría. Y eso tras tres décadas de
incesante dedicación de los presupuestos públicos a la expansión del
catalanismo, y a la degradación de lo español. Con una política simplemente
honrada, no hubieran pasado del 30%, o algo así. Actualmente, y según los votos
emitidos en las últimas elecciones, hay unos 400.000 votos más en contra del
Independentismo, que a favor. No se puede iniciar un proceso tan traumático, y
sin vuelta atrás, con esa minoría, que minoría es aun rozando la mitad del
censo. Según la norma de la ONU, aplicada en Montenegro, un referéndum de
secesión debe contar con dos condiciones:
1. Debe votar al menos el 50% de las personas con derecho a voto.
2. El voto «Sí» debe tener una votación superior al 55% de los votos
válidamente emitidos.
O
sea que son dos condiciones, no las dos conjuntamente. No vale el 40% de
votación con un 90% de síes al referemdum. Hay que cumplir las dos reglas.
Aunque reduciendo las dos posibilidades a una, en norma ONU saliera un 27,5 %
favorable, y en la supuesta por mí, un 36% de síes. Repito: las dos
condiciones. Por separado. Estas cifras buscan que el resultado sea ESTABLE, más allá de los periodos electorales.
Ninguna
de las dos condiciones son, o van a ser, o pueden ser, cumplidas por el referéndum ilegal de 1 de
octubre. No les ampara a los organizadores, pues, ni el Derecho del Estado, ni
el Derecho Internacional, pese a lo que digan. Su constitución previa en Nación,
por autoleyes promulgadas, quitando la voz y el voto a la oposición, nacen
viciadas de autocratismo, no integrables en la tradición europea de la
Democracia y los DDHH.
Secesionarse
por un referéndum que anuncia no poner más condición para la interpretación del
resultado que atenerse a la mayoría de los votantes, sea cual sea la
participación, es un insulto a la Inteligencia, a la Democracia y al Buen
Sentido de las cosas. O sea, con un 30% de votación, y un 60% de las papeletas
emitidas a favor de la secesión, darían por válido un sí a la República
Catalana. O sea, con un 18% del censo. Comparando con lo de Montenegro es un
atropello a los DDHH de los catalanes que piensan en contra. Eso, sin contar
con las deficiencias de forma –sustanciales en toda Democracia- en cuanto a
censo, mesas electorales, interventores de todos los grupos políticos, etc. Un
fraude completo.
Cierto
que Cataluña tiene una tradición de independencia notoria. Pero la Historia no
son las excepciones, sino la regla. Esa integración catalana en España hizo
rica a Cataluña, con los monopolios efectivos de sus productos, que se
vendieron en el resto del Estado sin aduana alguna. Los catalanistas no son una
super-raza que ha prosperado por la valía superior de sus componentes. Por demás,
muchos de esos componentes eran venidos de otras partes de la Nación. Y no sólo
como mano de obra. Le deben a España su riqueza, y España les debe a ellos
parte de su prosperidad.
Si
la posibilidad de un referemdum de secesión entra en una eventual Constitución
Española, habría de contar con esas reglas de la ONU, y con la aquiesciencia
del resto del Estado.
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